Como adultos, estamos acostumbrados a comunicarnos mediante explicaciones conceptuales. Es un código que utilizamos entre los adultos y, por extensión, lo utilizamos también con los niños. Pero a éstos les cuesta entrar en el significado de los conceptos y, aunque los puedan entender, difícilmente los recuerdan por mucho tiempo.

Sin embargo, comunicarnos con los más pequeños no es difícil. Exige sólo un cambio de código. Hemos de abandonar las explicaciones conceptuales y cambiarlas por la narración simbólica, es decir, las historias, los cuentos, las metáforas, las vivencias…

La mente de los niños es especialmente sensible a la fantasía y, sobre todo, son perfectamente capaces de conectar esta fantasía a su vida real, aprendiendo de las historias. Y, además, tanto en los niños como en los adultos, las cosas que sólo se entienden, se olvidan. Las que, además se sienten, se recuerdan para siempre.

Para transmitir afecto, los cuentos son muy beneficiosos: además de educarles o enseñarles algún concepto, obtenemos una utilidad adicional: establecemos un fuerte vínculo de afectividad; compartimos un espacio de fantasía que valoran especialmente y, de alguna manera, nosotros mismos acabamos siendo parte de la historia porque el cuento tendrá los matices y la fuerza que le demos a través de nuestra entonación, de nuestros gestos, etc.

Si queremos mantener el recuerdo es bueno que nuestros pequeños efectivamente, recuerden a los que han tenido un papel especial en sus vidas. Todo esto lo podemos contar también con historias, hechas a medida, en las que los personajes y héroes sean precisamente aquellos a los que queremos recordar y para ello, si es preciso, aportaremos una buena dosis de fantasía.

Por último, a la hora de establecer unas reglas podemos nutrirnos de juegos en los que se introduzcan las reglas que deseamos. Y, aunque no todas las normas admitirán un juego, sí admitirán una dosis de fantasía, una metáfora o una pequeña historia.

Fuente: “Conectar con los más pequeños”. Ferrán Ramón-Cortés. Artículo publicado en El País Semanal.

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