El requisito fundamental que ha de presentar un disléxico para considerarse como tal es la presencia de una dificultad persistente y severa para aprender a leer y escribir correctamente, a pesar de haber tenido una escolarización adecuada y haber sido también descartados problemas sensoriales, cognitivos o intelectuales.

En castellano no existe test específicos para diagnosticar dislexia en adultos por ello se procederá a valorar la ejecución de tareas tales como habilidades fonológicas o tareas específicas de lecto-escritura. Estas pruebas se complementarán con test de inteligencia. En el caso de adultos se suele utilizar la escala de inteligencia Wechsler para adultos (WAIS-IV).

La recogida de estos datos ha de complementarse con los obtenidos en una buena anamnesis, sobre todo de la vida escolar del sujeto. Con todo ello estaremos en disposición de concluir en un diagnóstico de dislexia o, por el contrario, descartarlo. Pero además de todo esto podemos encontrar otras señales de alerta:

– Dificultad para memorizar datos y fechas.

– Recordar mejor caras que nombres.

– Dificultad para medir y organizar tiempo cronológico-

– Dificultad con la orientación espacial.

– Dificultad para evocar palabras.

– Dificultad para mantener la atención.

– Mala coordinación motriz.

No debemos olvidarnos que la dislexia puede provocar mucha inseguridad y angustia, por lo que en algunos casos habrá que recurrir paralelamente a la ayuda de un psicólogo clínico.

Este sitio web utiliza cookies propias para ofrecer un mejor servicio. Si continúa navegando consideramos que acepta su uso. Encontrará más información en nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información. ACEPTAR

Aviso de cookies